lunes, febrero 26, 2007

CRÍTICA: GOTHAM CENTRAL # 3 de Greg Rucka, Ed Brubaker, Michael Lark, Stefano Gaudiano & Jason Alexander

Estas tres historias reunidas en un tomo por la Editorial Planeta DeAgostini, abarcan los números americanos de Gotham Central del 23 al 27, de DC Comics.

La primera historia titulada "Corrigan", nos cuenta una nueva trama de la Unidad de Crímenes Mayores (UCM) del departamento de policía de la ciudad más conflictiva que existe: Gotham City. Siguiendo los sucesos acontecidos en otro arco argumental como presentación a esta historia, los detectives Crispus Allen y Renee Montoya se ven envueltos en una guerra de bandas, sin comerlo ni beberlo, justo cuando salían de una pizzería después de haber cenado.

Después de la consabida entrada en acción por parte de los detectives en la refriega, se nos plantea dos ramificaciones dentro de la historia: la investigación por servicios internos de lo que pasó en el tiroteo que se produjo y el mercado negro que se produce, por parte de uno de los técnicos de la Unidad Científica, de pruebas concluyentes del caso, para lucrarse a costa del puro morbo que produce para algunos el poder obtener y coleccionar piezas que se utilizaron en crímenes famosos.

La segunda historia titulada "Luces fuera", nos plantea el eterno dilema de si Batman está al lado de la ley o no, si sus actos ponen en peligro a los ciudadanos o no, si sus acciones son bienintencionadas o no. Los pros y los contras de que exista un justiciero enmascarado que va por libre. Todo esto visto desde el punto de vista de la UCM, con detectives a favor y en contra de que un superhéroe se inmiscuya en sus problemas. Y, atención, uno de los símbolos de Batman de toda la vida cae hecho añicos.

En la tercera historia, "La Ronda del Monstruo", Brubaker nos hace reflexionar sobre la eterna duda de si los telepredicadores y los charlatanes que salen en la tele para "salvarnos" y "educarnos" de cómo debemos ser y qué tenemos que hacer en la vida, son realmente unos corruptos que intentan aprovecharse de la buena fe de las personas para enriquecerse a costa de ellos. Y el asesinato de “un importante líder de la comunidad” abre la caja de los truenos de quién se lucra a costa de quién. Y parece que todas las pruebas de este asesinato inculpan, ni más ni menos, a Catwoman.

Como siempre Rucka, encargado del guión del turno diurno de la Unidad de Crímenes Mayores, define como nadie la corruptela que hay en cualquier departamento de policía, y más si hablamos del departamento de la ciudad más corrupta Gotham. Aquí nadie se libra de estar en el ojo del huracán, ni los buenos ni los malos, y eso el inspector Manny Esperanza, del Departamento de Asuntos Internos, los sabe muy bien. Y, de paso, nos introduce el tema de los coleccionistas raros que existen, que son capaces de coleccionar cualquier cosa inimaginable que uno pueda pensar.

En la segunda historia, Rucka nos demuestra que la injerencia de cualquiera en ciertos temas, aunque sea el más grande, puede producir resultados nefastos e irreversibles, y perfectamente un mito puede llegar a caer cuando se extralimita en sus funciones. Es el toma y daca entre los hombres y los superhombres por ver quiénes son realmente los héroes para la sociedad.

Brubaker, encargado de los guiones nocturnos de la UCM intenta meter mano de manera indirecta en un tema tan polémico y denunciable como es la gente que se aprovecha de los ingenuos utilizando los medios de comunicación y la tecnología audiovisual para obtener sus fines, todo envolviéndolo con una trama de género negro.

Y me gusta la forma que tienen de empezar estas tres historias con sus diferentes capítulos, con un informe policial real encima de la mesa que te hace un resumen de lo acontecido anteriormente, dando más ambientación y realismo si cabe a lo que se va a empezar a narrar.

Parece como si estuviéramos reviviendo series televisivas como “Canción triste de Hill Street” o “Policías de Nueva York”. Desde luego, por ahí van los tiros. Aunque esta unidad se enfrenta y está especializada en los casos de los “monstruos” que pueblan la ciudad, no nos quita ese regusto real, cotidiano y fresco que nos mostraban las series anteriormente citadas. Los policias son héroes, sí, pero, al fin y al cabo, son seres humanos con sus problemas diarios, tanto profesionales como personales.

En la parte artística, como siempre Lark está sublime, ayudado perfectamente por Gaudiano, que redefine aún más el trazo de Lark, donde demuestra que es un dibujante ideal para todo lo relacionado con el género negro, con ese trazo inacabado y sencillo, que da a las escenas de temática negra una profundidad y produce unos escenarios totalmente creíbles y reales. Un dibujo que te hace palpar la realidad de los escenarios, esos apartamentos sucios, oscuros, donde “oyes” el crujir de los maderos, esas calles con callejones sin salida, adoquinadas, con su cotidianidad palpable, ese olor a café recién hecho que te invita a beberlo, tugurios con ambiente cargado e irrespirable donde el humo y el ruido lo invade todo...

En cambio, Jason Alexander, aunque hace un trabajo correcto, no está a la altura de los dos artistas anteriores y, aunque en el contexto donde se producen los acontecimientos hace un buen trabajo, no transmite esa fuerza y realismo en cada uno de sus protagonistas, con unos rostros que se ve que no domina lo suficiente en cuanto a sus expresiones y caracterización.

Un buen tomo (al igual que los cinco anteriores), muy en la línea de toda la serie en general, y que es muy recomendable a todo aquel lector que le guste el género policiaco y no tanto el de superhéroes, y viceversa, a todo aquél que le gusten los superhéroes pero que quiere tener otra visión, desde el otro lado, de cómo son vistos por gente normal y corriente, los defensores de la ley, siendo estos, para muchos, los verdaderos héroes de toda historia.

Un cordial saludo.

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