viernes, febrero 08, 2008

BLOTCH de Blutch

Publicado por la Editorial La Cúpula, y ganador del Premio al mejor álbum de Humor en Angoulême 2000.

Quizás Blotch no haya cumplido las expectativas de muchos de los aficionados al cómic que han sentido, durante estos últimos tiempos, tantos vientos favorables por este autor y lo que prometían cada una de sus obras. Es posible que incluso haya defraudado a más de uno, después de haber leído su única obra publicada en nuestro país no hace mucho tiempo, como fue La voluptuosidad. Lo único que es indiscutible, si dejamos a un lado todo lo dicho anteriormente, es si valoramos la obra como una idea sacada a base de coletazos, en parte ficcionada y en parte autobiográfica -aunque sea a través de este alter ego (Blotch) un tanto peculiar-, donde el autor aprovecha para sacarse sus demonios internos. Y si además tenemos en cuenta que su estructura de relatos cortos busca principalmente la anécdota, el desparpajo, el humor de situación, la ironía o la acidez de ciertos comportamientos, pero, sobretodo, busca la estimulación hacia el propio lector, en base a las sensaciones que nos produce su lectura. Incluso en algunos momentos, y por difícil que parezca, consigue acercarnos al protagonista de esta historia que desde un principio sentíamos tan distante a nosotros mismos. Y esto también tiene su mérito.

El francés Blutch es un autor que suele descolocar al lector con obras que lejos de repetirse en temática y estilo, siempre consigue aportar una voz diferente y distintiva al noveno arte. Blutch da la sensación de no poder callarse con sus inquietudes artísticas, dando esa sensación tan desbocada y a la vez hipnótica, en la que lo convencional y clasicista no tienen cabida en su propio vocabulario, incluso cuando en un primer vistazo lo parezca. El descubrimiento de cualquiera de sus obras es siempre motivo de celebración por todo lo alto, y los que ya habéis leído La voluptuosidad, supongo que ya sabéis porque digo todo esto, pues el talento irreverente de este autor no puede haber pasado desapercibido ante nadie.

Blotch recopila en un solo tomo dos obras como son Le roi de París (1999) y Blotch, face à son destin (2000), donde se nos cuenta el transcurrir de los días de un dibujante de tiras cómicas que trabaja para un diario parisino llamado Fluide Glacial hacia la segunda mitad de los años treinta. A modo de historias contadas en únicamente cinco páginas, se nos mostrará, con una total transparencia, un recorrido por las virtudes y defectos de este dibujante encantado de sí mismo y obligado a entregar una tira periódicamente en la redacción, donde, casi siempre, su aparición exultante nos dará a entender, ya desde un principio, sobre su creída superioridad con respecto a los otros artistas con los que a su vez compite, palpándose una constante rivalidad que alcanzará cotas de muy alta intensidad, cuando se trate, sobretodo, de su rival y Némesis proveniente del otro diario más importante en ese momento.

Aunque parezca mentira, Blotch es un digno representante del espíritu puro del artista con mayúsculas, ese artista que siente que es el genio más grande del mundo, como muy bien se nos muestra en cada una de las viñetas iniciales de todas y cada una de sus historias. Persona altiva y complaciente que no dudará en manejar cualquier situación de la forma que le convenga y sin contemplaciones, por muy despreciable que sea. Es tan soberbio y se cree tan superior que incluso piensa que debería ser el modelo a seguir por todo artista que se precie, y, todo ello, aún siendo incapaz de desarrollar su otra faceta como es la pintura, y teniendo en cuenta su desprecio hacia cualquier otra forma de arte, bien sea música, teatro o cine, a los que considera como inferiores, pues sólo promueven la pereza intelectual y moral. Pereza que desde luego no parece que sufra el propio Blutch a la vista del contenido de sus obras, donde por otra parte utiliza un dibujo de trazo grueso bastante espontáneo, manejándose perfectamente en la expresividad, tanto de rostros como de manos ¿Nadie va ser capaz de hablar alguna vez de la fuerza expresiva que tienen las manos y lo difícil que es plasmarlo bien sobre el papel?

Quizás un cómic que hay que saber mirar hacia la dirección que toca, para disfrutarlo plenamente. Qué queréis que os diga, a mí me ha encantado ¿Se nota?

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